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Juan Moreno: “Inés Rosales es una marca emocional y hay que tener en cuenta que la marca se construye en el corazón, no en la cabeza”

El presidente de Inés Rosales, Juan Moreno, lleva más de 30 años al cargo de una de las empresas más importantes de Sevilla y su provincia. Precisamente, el próximo año la compañía cumplirá 110 años de historia. Historia que su presidente disfruta a la hora de contar a este medio de comunicación, pues es quizás lo que la sigue haciendo diferente a las demás. Defiende el éxito de su producto porque es algo emocional, que llega al corazón de las personas y les hace recordar esos momentos de antaño en los que un dulce era un bien muy preciado para el paladar.

Lleva más de 30 años al frente de esta empresa y ha sabido reinventarse para seguir expandiéndose, ¿piensa usted en jubilarse?

Todavía queda Juan para rato. Creo que es un despropósito que cualquier persona que tenga inquietudes e ilusiones por cualquier cosa no continúe desarrollando todos sus proyectos. Una cosa es que en el día a día de Inés Rosales, desde hace cierto tiempo, ya hemos ido agilizando los relevos generacionales y, en mi caso, están mis dos hijas conmigo y yo voy soltando amarras poquito a poco, conforme ellas van haciéndose cargo de las áreas sensibles de la organización. Y todo eso tiene su tiempo, hay que ordenar el relevo para evitar una mala gestión. No obstante, yo sigo al frente de otros proyectos que quiero ir desarrollando poco a poco.

¿Quién era Inés Rosales?

Inés Rosales Cabello era una mujer con dos hijos y un marido con una baja por enfermedad permanente y que imagino no cobrada ninguna prestación por esa época. Esta mujer tuvo que sacar a su familia hacia delante y probó suerte con una receta familiar que tenía de unas tortas. Inés era muy inteligente, tenaz y tenía muchísima personalidad. Un día probó suerte y se desplazó hacia La Pañoleta, punto de encuentro por aquellos años de los transportistas que pasaban por el Aljarafe. A las dos horas había vendido todo y repitió, así comenzó. En el año 1934 falleció y ya tenía una fábrica donde producía esa receta tan exitosa. Tenía dos hijos, uno murió atropellado por un camión y el otro, cuando cumplió la edad legal, se hizo cargo de la empresa, que por aquel entonces y tras la muerte de Inés, la dirigía un hermano.

¿En que año llega Juan Moreno a Inés Rosales?

En el año 1985. Juan Moreno no tiene nada que ver con Inés Rosales, no es de Castilleja de la Cuesta, no es de Sevilla, es gaditano, de Chiclana de la Frontera y fue marino mercante. Por circunstancias se alinearon todos los astros… llevaba ocho años fuera de la marina y comencé a dedicarme a la hostelería por cuenta ajena. Cuando me entero de que se vende Inés Rosales, que en ese momento para todos los que vendían productos de alimentación era el faro, el paradigma de lo que se vende solo… y lo compré. Tiene tanta fuerza de marca que nadie ha podido cargársela. Nosotros somos la tercera generación que continuó con la empresa, la primera por nuestro apellido.

¿Qué tiene de especial la marca?

Para el consumidor es una marca muy emocional que siempre ha estado en los momentos más especiales. Hay que tener en cuenta que la marca se construye en el corazón, no en la cabeza. Si tú no la tienes en el corazón, tiene fecha de caducidad. La marca nació en un momento en el que tomarte un dulce era un auténtico lujo, ya que podías pasar meses sin tomar un dulce por la crisis. Cuando no teníamos tantas cosas, había acontecimientos especiales que sí justificaban que una torta de Inés Rosales fuera un elemento más de un momento vital. Generar emociones es nuestro éxito. Y así, fue el primer producto de obrador que superó las fronteras de la trastienda. No pringaba, no perdía cualidades y era barato.

¿Cuántos trabajadores tiene la empresa?

Para la campaña de Navidad elaboramos otros productos por lo que aumentamos el personal y actualmente somos 153 trabajadores, pero normalmente durante el resto del año somos 122 o 126. La calidad del trabajo es fundamental para nosotros y eso no se consigue con gente que no tenga la tranquilidad de que no tengan un empleo estable y fijo. Nosotros estamos súper orgullosos de nuestra plantilla.

¿Y cuántas tortas se hacen diariamente en la fábrica de Huevar del Aljarafe?

Pues hacemos en el orden de 350.000 tortas todos los días. Estamos trabajando por grupos desde las 05.00 horas hasta las 22.00 horas, cuando es el turno de la limpieza todo se para, así al día siguiente cuando vayamos a arrancar está todo completamente limpio.

En algunas entrevistas usted ha destacado que el éxito de su producto está en elaborar las tortas con las manos.

El valor fundamental del producto es la elaboración artesanal, esa palabra está muy prostituida porque ya se ve por todos lados, pero en nuestro caso es así, ahora la veréis (y así lo comprobamos). Está claro que el hecho de ser un producto natural, que no tiene aditivos ni conservantes y que tenga la mejor grasa que hay en el mundo, como es el aceite de oliva virgen extra superior… y mantener eso año tras año, independientemente de la subida del precio de algunos productos. Pero a pesar de todo, lo que le da una gran diferencia al producto es la elaboración a mano porque le da esas características únicas al producto. La mano no maltrata la masa, la trata con total suavidad. La mano es irregular, cambia durante las horas de trabajo, dependiendo de la hora que es o la temperatura que hace. Todas esas variables permanentes hacen que nosotros las 350.000 tortas que se hacen todos los días sean diferentes entre ellas. No hay tortas iguales. Esa es la gran diferencia y lo que nos ha hecho conquistar mercados que no tenían la cultura de este producto.

Muchas empresas están cambiando su personal por máquinas, ¿llegará ese momento en Inés Rosales?

Desde la fábrica que yo compré en el año 1985, hasta ahora, hay una evolución. Somos tradicionales e innovadores. Nosotros hemos transformado todo lo que no le da un valor añadido al producto. Una persona que sufra fatiga por coger una caja y subirla a peso y hacerlo veinte veces, pues eso lo puede hacer un robot. Es decir, todo lo que no le añada ningún valor diferenciador al producto lo hemos ido mecanizando. Mi experiencia personal me dice que todas las mejoras industriales que hemos realizado en Inés Rosales han originado un aumento de la plantilla y no una disminución. ¿Por qué? Pues porque nos ha permitido ser más eficientes, más competitivos y más de todo. Por lo tanto, si antes no estábamos dispuestos, porque no teníamos margen para apostar por el mercado de Hong Kong, ahora sí tenemos esa opción. Toda eficiencia la hemos trasladado al beneficio de la fábrica.

¿La torta Inés Rosales es el gran producto de la provincia?

Nosotros tenemos el orgullo de ser los embajadores de Sevilla por el mundo. El nombre que más ha transcendido fuera de las fronteras de Sevilla es el de Inés Rosales y ahora, la tienda en la Plaza San Francisco ha significado una proyección internacional por el turismo que pasa por la zona. Nos sentimos muy orgullosos de la ciudad y la provincia en la que vivimos, en hacerle ver a todo el mundo la excelencia de cosas que hacemos aquí. Hemos trabajado mucho para ello.

¿Cuál es el país que más consume tortas de Inés Rosales?

Estados Unidos con diferencia. A parte de España, Estados Unidos. Además exportamos a 32 países. Tengo que decir que tenemos una oficina en Estados Unidos y personal español allí de manera continua. Al no tener aditivos, nuestra comercialización es muy sencilla y rápida. Tenemos almacenes y logística para mover allí nuestro producto.

¿Qué le falta conseguir a esta empresa?

Tenemos muchísimos retos, pero esto pasa por tener más capacidad de producción y nosotros tenemos un cuello de botella enorme. Los oficios se están perdiendo y formar en los oficios el complejo. Se nos llena la boca a nivel político cuando hablamos de todo eso, pero siempre es un mero discurso. Las herramientas para mantener esa tradición son, en mi caso, casi nulos. Para nosotros cada grupo de trabajo son 16 personas, no hay posibilidad de aumentar el personal porque la capacidad de un horno la cubren esas 16 personas. Y un horno no cuece igual cuando metes una bandeja con un solo pan o varios panes. El mercado no está siempre abierto al cien por ciento. Nosotros vamos exportando y analizando la respuesta de ese mercado nuevo y el tiempo de todo eso son tres o cuatro meses, dependiendo del país al que exportas. La empresa necesitaría tener una bolsa de trabajo abierta permanentemente, para que pueda atender a las demandas circunstanciales que se van produciendo en el mercado. ¿Quién forma a esas personas, que tienen que ser muchas? Nadie te va a esperar en su casa a que lo llames y una persona que aprenda el oficio necesita mínimo 8 meses. Y no todo el mundo tiene la habilidad o le gusta este trabajo. Estamos pensando en aumentar la producción con otra inversión porque el nivel de producción lo tenemos actualmente al máximo, pero es algo que debemos estudiar detenidamente.

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